La anemia es una condición bastante común durante el embarazo, especialmente en el segundo y tercer trimestre, y puede representar riesgos tanto para la madre como para el bebé. Esto sucede porque, durante la gestación, el cuerpo de la mujer requiere un mayor aporte de hierro, un mineral fundamental para la producción de glóbulos rojos y el transporte adecuado de oxígeno a los tejidos.

La falta de hierro en esta etapa puede ocasionar problemas de salud significativos, por lo que mantener una dieta rica en este nutriente es esencial para proteger la salud de la madre y el desarrollo del bebé. La nutricionista especializada en nutrición materno-infantil, Elaine Pádua, señala que la anemia por deficiencia de hierro durante el embarazo puede generar fatiga intensa, debilitar el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de un parto prematuro. Para el bebé, esta carencia puede afectar su crecimiento, peso al nacer e incluso el desarrollo cognitivo.

Respecto a los alimentos ricos en hierro, existen dos tipos que se deben tener en cuenta: el hierro hemo y el hierro no hemo. El primero proviene de fuentes animales y tiene una absorción más eficiente, entre un 15% y 35%, mientras que el hierro no hemo, presente en alimentos de origen vegetal, se absorbe en menor proporción, entre un 2% y 20%. Por esta razón, es preferible priorizar fuentes de hierro hemo cuando sea posible.

Las mejores fuentes de hierro hemo son las carnes magras, especialmente el hígado de res, además de pollo y pescado, aunque estos últimos contienen cantidades menores del mineral. Bruna Nunes Magesti, nutricionista enfocada en salud femenina, explica que el hierro hemo es absorbido directamente por las células del intestino a través de un mecanismo específico, sin verse afectado por sustancias que inhiben su absorción, como los fitatos o polifenoles que están presentes en algunos alimentos.

Para las embarazadas vegetarianas o aquellas que consumen poca carne, es fundamental recurrir a fuentes vegetales de hierro, tales como frijoles, lentejas, garbanzos, tofu, espinaca, col rizada y remolacha. Sin embargo, dado que la absorción de hierro no hemo es más limitada, se recomienda combinarlos con alimentos ricos en vitamina C, como naranja, acerola, guayaba, fresa y limón, ya que esta vitamina ayuda a mejorar la asimilación del hierro.

Además de estos alimentos naturales, el hierro también se encuentra en harinas de trigo y maíz fortificadas, una medida implementada como política pública en Brasil desde 2004 para prevenir la anemia, sobre todo en grupos más vulnerables. No obstante, esta fuente también contiene hierro no hemo y no debe reemplazar la importancia de una dieta balanceada con carnes y vegetales ni la suplementación indicada por el médico durante el control prenatal.

Es importante mencionar que ciertos hábitos pueden interferir con la absorción del hierro. Por ejemplo, tomar café o té negro y verde inmediatamente después de las comidas dificulta la absorción del hierro no hemo, por lo que se recomienda consumir estas bebidas en horarios alejados de las comidas principales.

Finalmente, el Ministerio de Salud sugiere la suplementación con hierro a todas las mujeres embarazadas a partir de la semana 20 de gestación, incluso si no se ha diagnosticado anemia, como una forma preventiva. Esta suplementación debe realizarse siempre bajo supervisión médica, ya que un exceso de hierro puede causar efectos secundarios como molestias abdominales, náuseas y vómitos, y en casos más severos, provocar sobrecarga hepática.