Este domingo 25 se celebrará una de las carreras más emblemáticas del automovilismo mundial: las 500 millas de Indianápolis. Además de la velocidad y la emoción que rodean la competencia, hay una tradición curiosa y muy esperada por los fanáticos: el momento en el que el piloto ganador celebra en el podio bebiendo una botella de leche. Este gesto, que hoy se ha convertido en símbolo de la victoria en Indianápolis, va en contra de lo que suele verse en otros deportes, donde se estila festejar con champán.

El origen de esta particular costumbre se remonta a la década de 1930. Uno de los campeones más recordados de esa época, Louis Meyer, fue quien inició sin querer esta tradición. Tras ganar la carrera en 1936, Meyer pidió un vaso de buttermilk, que es un tipo de suero de leche resultante del proceso de fabricación de mantequilla. Esta bebida formaba parte de su vida cotidiana desde la infancia, ya que su madre se la ofrecía con frecuencia. Por eso, luego de soportar las exigentes cuatro horas de carrera, lo que deseaba para refrescarse era simplemente esa bebida que le traía recuerdos y alivio.

La imagen de Meyer tomando leche tras su victoria captó la atención del público y, aunque no se adoptó de inmediato como costumbre oficial, sentó las bases para lo que vendría después. Durante algunos años la práctica fue dejada de lado, pero en la década de 1950 fue retomada, esta vez con un impulso más comercial. La Asociación de la Industria Láctea de Estados Unidos vio una oportunidad de oro y decidió patrocinar el gesto. Ofrecieron un incentivo económico al ganador de la carrera, concretamente 400 dólares, con la condición de que apareciera en la ceremonia final bebiendo la botella de leche.

Desde entonces, esta tradición se ha mantenido viva y se ha transformado en uno de los momentos más esperados del evento. Para muchos pilotos, levantar el trofeo con una botella de leche en la mano es el máximo símbolo de triunfo en Indianápolis. Lo que comenzó como una simple elección personal de un corredor, terminó convirtiéndose en uno de los rituales más icónicos del automovilismo internacional.