Revisar el celular para echar un último vistazo a las redes sociales o ver un video antes de acostarse puede parecer algo inofensivo, pero en realidad podría estar perjudicando la calidad de tu descanso. Un estudio reciente publicado en una revista científica especializada en psiquiatría pone en evidencia que el tiempo frente a las pantallas durante la noche tiene un efecto directo sobre el sueño y aumenta considerablemente las probabilidades de sufrir insomnio.

Investigadores de Noruega, Australia y Suecia analizaron los hábitos de casi 40 mil jóvenes de entre 18 y 28 años. Los resultados mostraron que por cada hora adicional que se utiliza algún dispositivo electrónico en la cama, el riesgo de insomnio aumenta en un 59%. Además, ese uso prolongado reduce en promedio 24 minutos la duración total del sueño, lo cual es suficiente para afectar el bienestar.

Leticia Soster, neurofisióloga clínica y especialista en medicina del sueño, comenta que estas conclusiones confirman lo que ya se observa en la práctica clínica. Esto se debe principalmente a dos factores: primero, la luz azul que emiten los dispositivos electrónicos interfiere en la producción de melatonina, la hormona encargada de indicar al cuerpo que es momento de descansar.

El segundo factor es de tipo conductual: el contenido que se consume a menudo es estimulante o emocionalmente intenso, lo que provoca una activación cerebral que dificulta el relajamiento necesario para conciliar el sueño. Por lo tanto, tanto la exposición a la luz como la naturaleza de la actividad retrasan el inicio del descanso y disminuyen su calidad.

A corto plazo, las consecuencias suelen ser leves. Según la neumóloga y experta en medicina del sueño Luciane Impelliziere Luna de Mello, el sueño deficiente puede provocar irritabilidad, dificultad para concentrarse durante el día, problemas de memoria y obstáculos en el aprendizaje.

Sin embargo, si esta situación se prolonga, las repercusiones pueden volverse más graves. El riesgo de ansiedad y depresión aumenta, al igual que la probabilidad de problemas físicos como el aumento de peso y enfermedades metabólicas, por ejemplo, la diabetes. El sueño es fundamental para mantener la salud general del organismo, subraya Soster.

La falta crónica de sueño no solo afecta el estado de ánimo y el rendimiento diario, sino que a largo plazo también eleva la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares, como infartos o accidentes cerebrovasculares, y puede debilitar la salud ósea, aumentando el riesgo de osteoporosis. Además, un descanso insuficiente está vinculado al deterioro cognitivo y eleva la posibilidad de desarrollar demencias, como el Alzheimer. También debilita el sistema inmunológico, reduciendo la capacidad del cuerpo para defenderse de infecciones.

Soster aclara que no solo importa la cantidad de tiempo frente a la pantalla, sino también el momento en que se usa y el tipo de actividad que se realiza. A veces, solo unos minutos de una actividad muy estimulante en el celular antes de dormir son suficientes para perjudicar el sueño.

Establecer límites para el uso de dispositivos electrónicos, especialmente por la noche, es fundamental para proteger la calidad del descanso. La recomendación es evitar la exposición a pantallas al menos dos horas antes de acostarse, explica Mello. Actualmente, muchos celulares y tablets cuentan con configuraciones que reducen la emisión de luz azul durante la noche, lo cual puede ayudar, pero no reemplaza la necesidad de disminuir el tiempo frente a la pantalla.

Para lograr un sueño más reparador, se aconseja seguir una “higiene del sueño” estricta, que incluye mantener horarios regulares para acostarse y levantarse, sin hacer excepciones los fines de semana o días festivos. También se recomienda evitar consumir bebidas con cafeína o alcohol al menos tres horas antes de ir a dormir. Optar por cenas ligeras, mantener el dormitorio oscuro y silencioso, y regular la temperatura para que sea agradable, sin demasiado frío o calor, también contribuye a un mejor descanso.